Textos sobre la proyección


“Lo que mis ojos os dicen, impresiones de un día”

Video de artista de Bruno Breitwieser
Texto: Claudine Trougnou
Traducción: Conselleria d’Educació, Cultura i Patrimoni.
Montaje: Elodie Enard
Duración: 30 minutos.
Año: 2012.                  

La idea de crear esta película nació del deseo de Bruno Breitwieser de trasladar a imágenes un texto de Claudine Trougnou. Este texto es particular; se trata de una "puesta en palabras" de una coreografía de danza contemporánea sobre la cual Claudine Trougnou deseó "componer". El texto nos entrega sus impresiones y nos hace vivir la coreografía, haciéndonos visualizarla, crear nuestras propias imágenes mentales. Leyendo estos textos, Bruno Breitwieser deseó ir más lejos en la traducción, elaborando una nueva puesta en imágenes, y todo esto en un nuevo espacio escénico.

El vídeo nos permite ver con detalle los accidentes del terreno de un paisaje como si recorriéramos nosotros mismos el camino. El texto lo componen cinco "actos". Cada acto aparece puntualmente, a lo largo del viaje. Cada vez, una nueva escena se sucede entre los dos protagonistas: un hombre y una mujer. La puesta en imágenes que continúa cada acto aparece como una ilustración de la acción descrita, movimientos y sentimientos. Podemos imaginar que la presencia de una persona y de una sombra corresponde a ambos "bailarines": representa en un sentido el dúo que va a ser interpretado, las relaciones, los intercambios vividos sobre el escenario. La sombra parece oponer a los dos actores o, a la inversa, simbolizar su proximidad, la simbiosis que existe entre los dos: no podemos separarnos, desprendernos de la sombra, salvo la ausencia de luz... posiblemente. Una interpretación posible de la noción de pareja, de dúo: ¿alter ego?.

La impresión de movimiento aportada por los efectos introducidos en estas imágenes fijas toman el relevo de la coreografía consumada: recrean el movimiento, como un paso de testigo entre los textos de Claudine Trougnou y la mirada de Bruno Breitwieser.
Lo que es notable aquí es la noción del tiempo. El recorrido del paisaje es como el trayecto de las agujas de un reloj; el tiempo fluye al infinito. Sin embargo, existen unas rupturas en este desarrollo debido a las numerosas curvas, que son como las direcciones diferentes que debemos tomar en el curso de una vida. La sucesión de los textos y de las imágenes da la impresión de que el tiempo se para, o por lo menos hace una "pausa" mientras que se sucede en realidad una acción paralela, como en un "segundo" tiempo. El recorrido del paisaje, como el del tiempo, es inexorable: el decorado está plantado. De esta simbólica noción de decorado, se deriva la escenografía propuesta para este vídeo de artista.
El campo escénico ha sido reinventado: la presencia de una "cortina" de tiras  delante del escenario le aporta una impresión de profundidad al conjunto, como si se añadiera al vídeo la segunda dimensión. Al aproximarse un nuevo acto, se alza para dar lugar al "juego". Impresiones de un día: estas miradas cruzadas dieron origen a una experiencia singular.
                                                                        
                                                                               Elodie Enard

Traducción de los textos de Claudine Trougnou

Acto primero
Primero, al fondo de la escena, la unidad original, figura platónica de la esfera bípoda que une dos principios esenciales y vitales, el hombre y la mujer.
Ella lo lleva, inmóvil, plantada, lentamente lo deposita en el suelo, sobre esta tierra que un día el grand dios viento animó con su soplo. Él rueda, se arrastra, y como si un tenue hilo, una cuerda mediana los uniera, ella lo sigue, forma serpentina, brillante y lisa.
Juntos se confunden, se unen, se corresponden por el mimetismo de los gestos, la confusión de las sombras y los cuerpos. Se exaltan en un resbalar acostado que los lleva delante del mundo, al borde de la escena. Pero al fin de esta reptación, algo ha cambiado: es el hombre quien levanta a la mujer, bajo la mirada de dios.

Acto segundo
Ella está de pié, ajena; él permanece todavía atado como el impetrante que besa las rodillas de su ídolo. Luego se aleja y comienza la danza de los trabajos y los días. Bajo la ávida luz diurna, en el ruido y el furor del mundo.
Gestos repetidos, gestos fraternales, hombre y mujer confundidos en la pena y el dolor, tan cercanos y tan lejanos; los movimientos son los mismos, dúo disociado de dos seres que se buscan, se responden a distancia en el trabajo cotidiano que los deja exhaustos, tirados por el suelo, juntos y separados.

Acto tercero
Se ponen de pìé al mismo tiempo, se descubren, se acercan; gestos de reconquista de la unidad perdida, ella lo toca con su cuerpo, lo lleva con sus brazos, lo incita con gestos rítmicos; él se muestra, se agita y juega con su cuerpo musculoso, de espalda, de frente. Enrollándose cadenciosamente están nuevamente uno al lado del otro, uno sobre otro, ella sobre él, llevada como un trofeo, en una tensión febril e inquieta.

Acto cuarto
Súbitamente se enfrentan, y es el desgarramiento que aparece en esta harmonía que creíamos real. Ella y él combatiendo, fuerza y energía comunes destrozadas, cuerpos y músculos en tensión para una batalla de los sexos, gestos crueles y mordeduras  amagadas ... quedan lastimados, ni vencedores ni vencidos. Son dos seres cansados y deshechos en el silencio ensordecedor de la caverna.

Acto quinto
Uno al lado del otro y desocupados, condenados al reposo, al silencio, todavía hay que seguir viviendo Entonces él se vuelve tierno, extiende su cuerpo hacia ella, ajusta su ritmo al suyo y la danza vuelve a ser un diálogo. En este intercambio de movimientos, se acercan uno al otro y súbitamente vuelven a ser uno: él pendiente de su cuello. Su cabeza en el hueco de su cuello, de su seno, luego de su sexo, en una lenta reconquista de este  terrestre recorrido, despliega su imperioso deseo amoroso. Como hombre al mar, se aferra a este bajel de carne, olvidando su búsqueda mística de la unidad perfecta y absoluta.
Ella está erguida, sin falla ... erigida en mascarón de proa, estatua de la fortuna tan lejana y tan cercana en su vestido recamado de gris espuma.